Triste noticia la que conocíamos ayer 16 de junio de 2015, con el fallecimiento temprano de Antonio Jiménez Torrecillas a los 53 años de edad. Arquitecto, profesor, académico, que iba contagiando su entusiasmo por la arquitectura allá por donde pasaba. Le caracterizaba su gran conocimiento de los edificios históricos, su tremenda actualidad para intervenir en ellos y un empeño en el trabajo minucioso que buscaba nuevas formas de introducir materiales tradicionales. El resultado, de diez.
Cuando vino a contarnos su obra al Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba con motivo del concurso de ampliación del edificio (año 2007), traía muy bien preparado el proyecto de la recién premiada muralla nazarí. En lugar de reconstruir el trozo de muralla que faltaba como un añadido, él se separa del lienzo existente, creando un doble muro con espacio interior perforado por la luz. Nos recuerda la técnica tradicional del tapial con tablas a ambos lados perforadas por las agujas, pero con un lenguaje contemporáneo que permite recorrer su interior y sorprenderse en este espacio mágico.

O la Torre del Homenaje del Pósito de Huéscar, donde se crea un mirador de madera en el espacio interior de la torre, recurriendo a materiales tradicionales colocados con la destreza de un experto. Sorprende una maqueta de madera que realiza para comprobar la resistencia del material. Creo recordar además, que esta obra se realiza mediante una «escuela taller». ¡Qué gran reto superado con creces!

Podíamos hablar de otras obras anteriores como el Dal Bal showroom, de Granada

Pero me gusta detenerme en el Centro de Arte José Guerrero, frente a la Catedral de Granada.

En este caso se realiza un espacio expositivo en el interior de un edificio de construcción tradicional con muros de carga de ladrillo. Para ello, «destapa» la cubierta para introducir un espacio neutro destinado a las salas expositivas. En torno al mismo, un recorrido perimetral que va conduciéndonos al gran espacio situado en cubierta, dónde el escenario de las cubiertas de la Catedral se convierte en el protagonista.

El Museo de Bellas Artes del Palacio de Carlos V o la aún no inaugurada estación de metro del Alcázar Genil, que pone en valor los restos arqueológicos de un albercón almohade del siglo XIII, quedarán tristes sin la figura de su autor, Antonio Jiménez Torrecillas.

La ilusión y el esfuerzo por conseguir espacios rehabilitados sobrecogedores, nos acompañan siempre al ver tus obras perpetuas.
Una verdadera lástima la pérdida de este paisano, maestro y artista de la arquitectura. Siempre quedará su obra, descanse en Paz Don Antonio.
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